La semana anterior, te hable de la Asertividad, si has prestado un poco de atención a como nos comunicamos, te habrás dado cuenta de que casi nadie se comporta de forma asertiva, ante todas las personas.

Ya te comenté que la Asertividad era algo más que una habilidad, era una actitud interna, que tenía mucho que ver con la autoestima y la confianza con uno mismo, pero hoy voy a profundizar un poco más en la comunicación Asertiva.

La  asertividad es la capacidad de decir lo que sentimos y pensamos de una forma adecuada, sin sentirnos culpables y respetándonos a nosotros mismos y a los demás. Pero no es solo lo que decimos, la palabra, sino que es igual de importante como lo decimos: Gestos, tono de voz, mirada…

Está en el vértice superior de un triángulo en el que los otros dos son la pasividad y la agresividad. El comportamiento agresivo es aquel en que la persona reacciona, con palabras despectivas o insultantes, su tono de voz es elevado, su mirada es desafiante, no deja hablar a la otra persona y tiende a hablar de forma rápida, invadiendo el espacio corporal de su interlocutor.

Por el contario la persona que actúa de forma pasiva, es aquella que tiene miedo a hablar, siente que si dice lo que piensa los demás se enfadaran con ella, así que prefiere callar y aguantar lo que los otros quieran hacer, aunque crea que se están vulnerando sus derechos, cuando se decide a decir algo, su voz, es muy baja, titubea al hablar, baja la mirada, suele haber tensión en su cara y en sus labios y generalmente dice las cosas con una falsa sonrisa.

Un estilo asertivo de conducta permite comunicar tranquila y eficazmente cuál es nuestra propia postura y ofrece información sobre cómo nos gustaría que el interlocutor actuase en un futuro. Permite darse a conocer y perseguir los propios objetivos respetando los derechos de los demás.

La asertividad no nos garantiza que consigamos todo lo que deseamos, ni es una estratagema para llevar las aguas a nuestro molino y salirnos siempre con la nuestra.

La asertividad preconiza el respeto mutuo entre los seres humanos, se sustenta en el equilibrio entre los propios derechos y los derechos de los otros y se desvirtúa por completo cuando ese equilibrio se vulnera o se rompe.

Las 4 etapas del mensaje asertivo perfecto

Varias investigaciones han demostrado que para conseguir la máxima asertividad debes usar la comunicación subjetiva para describir lo que ocurrirá si todo sigue igual, y a continuación presentar tu propuesta.

Las 4 fases son las siguientes:

1.Los hechos. Primero describe de forma objetiva, la conducta de la otra persona. La conducta puede ser positiva o negativa, según si pretendes agradecer algo o expresar tu descontento. Recuerda que debes hablar de hechos y no de juicios, y ser lo más específico posible.

2. Tus sentimientos. Ahora explica cómo te hace sentir esa conducta. ¿Frustrado? ¿Triste? ¿Satisfecho? Habla desde ti y de tus sentimientos, e intenta mantenerte calmado.

3. Las consecuencias. Describe las consecuencias de que tu interlocutor siga manteniendo esa conducta. Aquí también puedes añadir los sentimientos que prevés experimentar, cómo ese comportamiento afectará a otras personas o situaciones, o dar más detalles de esa conducta.

4. La solución. Finalmente explica concretamente los cambios que quieres que se produzcan en el comportamiento de la otra persona. De esta forma la gente podrá responder de forma proactiva, al contrario de si tan sólo expusieras un listado de tus problemas sin sugerir soluciones.

Algunos ejemplos:

Habíamos quedado a las 6 y son las 6.20, llevo 20 minutos esperando y me siento que no me respetas, esto se ha repetido varias veces, por lo que si vuelve a ocurrir de nuevo, me plantearé si me compensa quedar contigo. Me gustaría que respetaras mi tiempo y llegaras a la hora que hemos quedado.

Has trabajado mucho para que todo estuviera a tiempo, y estoy muy orgullosa de ti. Si sigues haciendo las cosas bien y en su momento, seguro que lograrás lo que te has propuesto.

Cada vez que me pides las cosas con gritos (conducta) me siento amenazada (cómo te sientes) no me gusta vivir con alguien que me trate así (más detalles). Me gustaría que dejaras de hacerlo de esa manera (solución).”

Quizá esta forma de hablar en un principio te resulte algo artificial, no importa, es como cuando comienzas a subir en bicicleta, que todo te parece muy difícil. Tú comienza a practicar y ve como te va.

Lo ideal es que empieces a practicar en situaciones de bajo riesgo, como pedir que te cambien de sitio en un restaurante o que te den otra habitación en un hotel.

Progresivamente, afronta situaciones más complejas como pedir incrementos de sueldo, negarte a favores de amigos, o discutir temas con alta carga emocional. Poco a poco irás cogiendo práctica y ganando confianza para ser más asertivo.

La asertividad, finalmente, tiene un maravilloso efecto sobre la propia autoestima, convirtiéndose en uno de sus motores. Cuanto más te respetes a ti mismo, más te respetarán los demás, y ése es, en realidad, el objetivo final de la asertividad.

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