¿Por qué engordan las Emociones Negativas?

En todas las culturas antiguas y modernas se ha tenido la conciencia, al menos popular, de que nuestras tripas son capaces de experimentar emociones.

Al recibir una buena noticia, un cosquilleo placentero invade la barriga, como si en su interior revolotearan miles de mariposas. Por el contrario, las situaciones de tensión, miedo o aflicción hacen que el estómago se encoja y sintamos como si un roedor escarbase en nuestras entrañas. La repulsión hacia algo o alguien puede llegar a producir náuseas e incluso provocar el vómito. Este mar de sensaciones estomacales empieza ahora a encontrar una explicación dentro de los límites de la ciencia.

Tu mundo emocional, aunque no lo creas, influye poderosamente en tu cuerpo. El sobrepeso es una consecuencia de muchas cosas pero su causa más profunda es el mensaje emocional que le envías a tu cuerpo para que se comporte así.

En su obra ‘¿De qué tienes hambre?’, Deepak Chopra, endocrinólogo que ha dirigido el New England Hospital de Massachusetts (EEUU), asegura que dos son los motivos que nos llevan a comer:

  • El primero, lo conocemos todos, sentir hambre.
  • El segundo: “estás tratando de llenar un vacío y la comida se ha convertido en el medio más rápido para hacerlo”.

Si no logras adelgazar, empieza por averiguar si son tus emociones las que te lo impiden.

El primer placer que experimentamos tras nacer es comer: la madre nos alimenta, lo que nos provoca bienestar y sensación de protección. Eso se graba en el subconsciente asociando la comida con la protección  y cuando a lo largo de la vida  nos sentimos heridas, tristes… volvemos a buscar en la comida bienestar y protección.

Cuando una persona se siente insegura o amenazada por algo, empieza a generar la necesidad de protección, siente que debe estar a la defensiva, que tiene que esconderse o protegerse y a lo primero que recurre es a la comida que tiene grabado que la va a proteger. Y hay otro factor muy importante que tenemos que tener presente: Comer, despierta una zona del cerebro (el sistema parasimpático) encargada de relajarnos y hacernos sentir bien. Se ha comprobado que el 90% de la serotonina, la hormona del bienestar, se produce en el aparato digestivo.

Las emociones negativas, provocan ansiedad, y cuando sentimos esta sensación nuestro cuerpo genera cortisol. Esta hormona favorece la retención de grasa abdominal y además nos impulsa a consumir alimentos calóricos ya que nuestro cerebro, la ansiedad la traduce como señal de peligro y necesita gran energía para hacerle frente. Por eso cuando hay ansiedad tenemos ganas de consumir dulces o patatas fritas.

Así pues las emociones negativas quizá sean las culpables de que no puedas bajar de peso. De entre ellas hay algunas que hacen que las cosas se compliquen:

  • El Miedo: Al trabajar con los riñones libera cortisonas, por eso es la emoción que más engorda. Las personas que tienen gran tendencia a engordar o hincharse acumulan mucho miedo en su interior a casi todo. A tomar decisiones, a hacer cosas nuevas, a plantar cara ante un conflicto. Son personas que prefieren responsabilizar a otros de sus problemas, no hacerse cargo. Por muchas dietas que hagan, hasta que no
    dimensionen adecuadamente esta emoción no recuperarán su peso deseado
  • Tensión, Estrés, Ansiedad: Ya hemos comentado que estas emociones nuestro organismo las traduce como señal de peligro y produce cortisol, para aliviar esta sensación nuestro cuerpo nos pide calma y lo más cercano que encontramos es comer y así satisfacer nuestro estado. El mayor problema de esta situación es que acabamos confundiendo la sensación de ansiedad con el apetito, con esto entramos en un círculo vicioso, porque la ansiedad no se soluciona comiendo, solo es un anestésico poco duradero.
  • Cólera, ira, enfado: Este trio de emociones, si bien no es tan peligroso como las anteriores, suelen ser las responsables de los famosos “atracones”.
  • Inseguridad ante los demás, soledad, insatisfacción, frustración, culpabilidad, aburrimiento… Todas estas emociones suelen transformarse en estados de ánimo, no son emociones de un momento puntual y ante todas ellas, volvemos a lo conocido a lo que tenemos grabado en el subconsciente, que la comida nos produce sensación de bienestar, que estamos a salvo, que la vida es para nosotras, con lo que cuando sentimos estos estados de ánimo, de forma automática, sin ser conscientes nos encontramos comiendo y como consecuencia cogemos kilos y engordamos.

Es decir, utilizamos la comida como si fuera un fármaco, para “calmar el Mono” que nos producen estas situaciones con lo que a pesar de que la comida es saludable y no es tóxica, la transformamos en una adicción.

Es decir, no utilizamos la comida para que nos proporcione los nutrientes que necesitamos sino para transformar nuestro estado de ánimo, cuando se nos hace insoportable.

Hay otras situaciones emocionales que también se han relacionada con el sobrepeso: Irregularidades en la sexualidad, la obesidad como castigo a una tercera persona, querer empatizar con una persona obesa…

La conclusión de todo ello es que a la hora de alcanzar tu peso ideal, no es suficiente con fijarse en la parte física, que también hay que prestarle atención. Quizá  el mayor obstáculo para lograr tu objetivo sea tu estado de ánimo, el hecho de que te sientes insatisfecha con tu vida y la forma que tienes de Satisfacer esa situación es a través de la comida.

Mi propuesta es que aprendas a manejar de forma adecuada tus emociones, que tú seas la que decide tu estado de ánimo. Trabaja sobre estos aspectos, libera todo aquello que te esclaviza y verás cómo comienzas a bajar de peso.

Para concluir este artículo te voy a dar un Kit de emergencia para que cando te hagas consciente de que tu estado emocional está alterado y vayas camino del frigorífico o la despensa trata de hacer lo siguiente:

Cómo salir de un estado de ánimo poco útil

1.-  Deshace

Haz algo para romper el estado de ánimo que estás sintiendo.

Concéntrate en algo que te distraiga. Las distracciones funcionan como un reinicio de tu mente, ya que crean un espacio entre los estados de ánimo.

Da gracias por lo bueno que hay en tu vida.

Busca algo que te guste y te haga concentrarte.

2.- Desprende

Cambia la postura del cuerpo.

Si estás sentado, ponte de pie. Realiza algunos saltos. Estírate. Camina alrededor de la habitación.

Si te es posible ponte una música y baila

Mover el cuerpo cambia tu estado mental y tu estado de ánimo.

3.- Distiende

Haz unas respiraciones profundas y suaves  y concéntrate en cada respiración.

Para evitar que tu mente regrese al estado de ánimo que estás intentado cambiar, cada vez que tomes aire, di para ti mismo: “estoy inspirando” y “estoy espirando”.

Recuerda. Por muchas dietas que hagas, por mucho que te machaques en el gimnasio, sin un estado emocional estable que responda de forma adecuada ante las situaciones de la vida, te va a resultar muy difícil y costoso lograr el peso que deseas.

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